Doña Maria y su fe han sido fieles compañeras desde que ella tenía 25 años.
Hace 28 años tuvo un accidente que la dejó con muchas complicaciones en sus manos, columna y pies, las cuales tuvo que intentar superar tanto en hospitales de la ciudad, como en Tegucigalpa. Y aunque tuvo soluciones temporales, no perdía jamás las esperanzas en un futuro mejor.
“Bendigo a Dios porque mi nieta logró conseguirme una cita aquí en la fundación, supe en ese momento que mis oraciones habían sido contestadas. Bendigo a la Fundación y a todo el personal que trabaja aquí.“
Una jubilación antes de tiempo, varios hospitales y doctores y otras situaciones a lo largo de su vida que la han convertido en una mujer incansable y de enorme corazón. Definitivamente un ejemplo a seguir de alguien que jamás dejó de creer.
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